Con estos versos de Bécquer quería
empezar este post sobre, simple y llanamente, poesía. Para mí la poesía es
sentimiento, solo eso, es el lenguaje del alma y la mente combinados y hechos
palabras. Como lectora y escritora de poesía puedo decir que el poema es algo
muy íntimo y profundo que sale de uno como un pedacito de sí mismo,
heterogéneo, que se queda grabado en algo físico cobrando forma y cuerpo de una
forma completamente nueva llena de creatividad y vida.
Es curioso como la poesía
puede albergarse en lo más profundo el alma al aprendernos un poema, hacerlo
nuestro y ya no olvidarlo, como si las estrofas, los versos, las rimas, el
ritmo y la métrica de la misma fuesen una constante a seguir que nuestro
cerebro repite y nuestro corazón siente al decirlas a través de los labios
volviéndolas a dar vida, a sacarlas a la luz a pesar de haber sido escritas
hace años. Cuando el papel donde estaba plasmada originalmente ya se deteriora
y quiebra nuestros labios vuelven a abrillantar sus palabras con la humedad de
nuestra saliva y con el blanco de los dientes de nuestra sonrisa que asoma al
darnos cuenta de que nuestra memoria aun posee su esencia, porque ya es nuestro,
forma parte de nosotros, y siempre lo fue, desde el primer momento en que lo
almacenamos en nuestro pequeño rincón secreto.