miércoles, 29 de junio de 2016

RESTAURANTE NURIA: LA EXPERIENCIA DE COMER COCINA ETÍOPE EN MADRID


Hoy vengo a hablaros de una de las mejores experiencias gastronómicas que he tenido en los últimos tiempos: la comida etíope del Restaurante Nuria.

El cómo llegamos hasta este restaurante que se encuentra situado en la calle Manuela Malasaña número 6 es muy sencillo: oímos hablar sobre él en uno de los programas de Masterchef y, desde entonces, mi madre y yo hablamos de ir porque nos gusta mucho probar cosas nuevas e innovar. Fue por eso que, para celebrar su cumpleaños, decidió reservar e invitarnos a comer para probar esta característica y deliciosa comida africana.

La verdad es que fue un acierto, y una gran experiencia también, no solo porque la comida nos gustase y sorprendiese si no porque fuimos magníficamente atendidos y se nos explicó todo con detalle para que supiésemos qué era lo que estábamos comiendo y, sobretodo y muy importante, cómo se comía.

Lo cierto es que el restaurante, aunque pequeño, es muy bonito, porque está lleno de color y al entrar están las mesas del restaurante decoradas con los canastos en los que después te sirven la comida. Hay que subir por unas escaleras también decoradas con objetos que imagino son típicos de Etiopía y algunas plantas (que conste que hay un pequeño elevador para minusválidos y carritos de bebe), y luego el restaurante tiene una decoración similar. Fue una suerte llegar pronto porque no había nadie y así pude hacer fotos tan bonitas como las que os pongo en el post.



Pero pasemos a la comida: aunque éramos cinco adaptaron el menú para cuatro para nosotros, aumentando un poco el precio y las cantidades para que todos pudiésemos comer. De esta forma nos anunciaron que había un menú degustación para cinco personas por 89 euros (por lo que se calcula que para dos personas saldría por 40 unos euros) en el que se incluían bebida, dos entrantes y el plato principal.

El primer entrante fue un plato llamado Fatira: una torta especial que parecía cebolla frita y que era una especie de pan sin gluten revuelto con huevo. Parecía como veréis y como ya os he dicho revuelto de huevo con cebolla, pero tenía un sabor muy particular gracias a la torta con la que estaba hecha que le daba un toque muy bueno. Es difícil de describir porque no llegaba a ser dulce pero combinaba con el huevo muy bien, destacando ambos sabores en la boca pero sin que por ello perdiesen fuerza ninguno de ellos. Lo único que destaco en negativo de este plato es que estaba un poco aceitoso, pero aun así fue muy sabroso y fue una manera perfecta de empezar esta comida tan especial.

De segundo entrante nos pusieron Sambussa, que es una masa crujiente rellena de carne o de verduras, en nuestro caso nos pusieron cinco piezas de verdura y cinco de carne con una salsa roja llamada Berbere, que es el más famoso de los condimentos de Etiopía y que nos avisaron de que, como ya anunciaba su color rojo, picaba “un poquito”; por supuesto y para no decepcionarnos picaba más que eso, aunque era soportable. 



A mí personalmente no me gusta el picante pero hay que reconocer que la salsa con la mezcla de sabores estaba muy buena; curiosamente me a pesar de que me comí primero el de verduras (que por cierto llevaba lentejas por dentro, cosa que nos hizo mucha gracia) pensando que me gustaría menos que el de carne, fue al revés, ya que el sambussa de verduras estaba realmente tierno y muy bueno. Nos gustó mucho también.

Tras estos dos entrantes nos trajeron uno de los canastos que habíamos visto en las mesas al entrar lleno de comida con un poco de todo: un especial de ternera y otro de pollo, así como una parte vegetariana (donde destaco las lentejas con y sin piel); también había Al Mandi que es carne cocinada en el tandoor, un tipo especial de horno. Al Mandi suele hacerse con un cordero joven y pequeño para lograr un mejor sabor y es típico comerlo en ceremonias especiales como las bodas.



También había arroz, patatas y ayib, una crema de queso tradicional etíope similar a nuestro requesón que sirve para aliviar el picor de algunas de las comidas servidas en el canasto que estaban aderezadas con especias de la tierra. Todo ello venía sobre una base de pan especial de allí llamado injera que no lleva gluten y que tiene una textura como de crêpe, muy esponjoso; es un pan un poco agrio que está hecho con harina de Teff, un cereal local, que combina estupendamente con la comida servida porque no choca con los sabores de los platos ni hace que estos pierdan fuerza. Además del propio pan que había debajo cada uno teníamos nuestro propio pan enrollado para poder comer.

Es una comida que se come con las manos: cortas un trozo de pan, lo dejas caer sobre la comida, dejas que empape un poco y lo vuelves a coger con comida dentro. El propio pan te sirve de tenedor. Es muy divertido la verdad, y todo es excelente, incluido nuestro camarero, que nos supo orientar muy bien y nos explicó que era cada cosa, además de que estuvo pendiente de nosotros todo el rato para saber si nos había gustado, algo que, por como quedaron los diferentes platos que nos sirvieron, fue obvio que sí.

Por supuesto y aunque no estaban incluidas en el menú pedimos cerveza etíope (la cerveza normal si estaba incluida), mis padres y yo tostada, mí cuñado una rubia. Son cervezas fuertes, con cuerpo, que combinan muy bien (como no) con la comida que el restaurante Nuria ofrece a todo aquel que se anima a probarlo (y fuimos muchos la verdad, por eso os aconsejo reservar).

Aunque lo que más destaca de este restaurante es su comida realmente está abierto desde las 11:00 de la mañana ya que también ofrece degustación de café y té 100% etíopes. Nosotros nos pedimos al acabar un café etíope solo para probarlo y la verdad es que es un café fuerte, como la cerveza, pero bueno y con bastante cuerpo ya que es un café tostado y molido a mano que luego, con agua, se introduce en una jarra especial llamada jebena que impide que se mezclen los posos con la infusión. Luego se sirve en pequeñas tazas de porcelana, parte también de este ritual del café.

Para la degustación de este café y del té ofrecen galletas caseras recién horneadas. Nosotros como estábamos en la hora de la comida pedimos Baklaba, casero y delicioso, se notaba que estaba hecho por ellos en el hojaldre que no era nada pesado.




Sin duda una experiencia que no os debéis perder, toda su comida está preparada con productos naturales de Etiopía importados desde allí. Fue un placer ir y disfrutar de la atención recibida y de una comida diferente, mientras tienes de fondo una música etíope rítmica y alegre. Como ya he dicho más de una vez hay comidas que son verdaderas obras de arte y el restaurante Nuria es prueba de ello y la manera perfecta de abrir la mente a otras culturas, algo que a mí, personalmente, me encanta.Sin duda volveré y recomiendo a todo el mundo que vaya a probarlo, estoy segura de que quedará gratamente sorprendido.


Es la manera perfecta de descubrir Etiopía
a través de los cinco sentidos



* Todas las imagenes de este post, exceptuando la primera que ha sido sacada de la página de Facebook del restaurante, han sido tomadas por Lucía Berruga (L.B.)

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